Muchas personas dicen sentirse en soledad, aún en la presencia de muchos a su alrededor. También se encuentran los que al estar físicamente lejos de otros experimentan la soledad. Entonces, podemos concluir que no es lo mismo estar solos que sentirnos solos. Hay momentos en los cuáles la soledad es nuestro mejor aliado; cuando deseamos reflexionar, descansar, o hacer pausas en nuestro caminar. Pero existe una soledad que alude a un vacío en nuestro interior; algo que produce tristeza y, tal vez, hasta frustración. Esto puede llevarnos a la depresión. Para conocer qué puedes hacer cuando experimentes la soledad es necesario reflexionar tomando como punto de partida varios ejemplos.
Quiero que vayamos juntos en un viaje imaginario a Getsemaní. Imagina por un momento a Judas, uno de los doce discípulos, entregando a Jesús a los soldados con un beso para que lo crucifiquen en una cruz siendo inocente. Judas compartió con Jesús en diferentes eventos llevando la Palabra de Dios; más aún, compartió con él durante la última cena. Judas era su amigo. Jesús fue traicionado por uno de los suyos, ¿lo imaginas?
Ahora remontémonos a la época en la cual Pilatos y el gobernador le preguntaron al pueblo: "¿A cuál de los dos queréis que os suelte? (refiriéndose a Barrabás, un preso que había cometido homicidio en una revuelta, y a Jesús). Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!" ¿Pudo Jesús haber experimentado la soledad después de haber compartido con muchos de ellos, después de hacer milagros, sanidades y de enseñarles sobre el amor de Dios? Siendo inocente, fue crucificado entre dos criminales. “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.” (Isaías 53:7-9).
Otro ejemplo que podemos considerar es el de Pedro. Este era uno de los doce discípulos de Jesús y le dijo que jamás lo negaría, pero al llegar el momento de la aprensión, lo negó tres veces; “No conozco a este hombre de quien habláis”. Jesús sabía que lo negaría, pero fue capaz de ver los propósitos eternos en vez de la inmediatez.
En la Biblia, también podemos hallar el ejemplo de David. Este sintió una gran soledad, pero al experimentarla clamó a Dios y dijo: “Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido.” (Salmo 25:16)
Luego de reflexionar en torno a los ejemplos presentados, quiero que sepas que sin importar el tipo de soledad que se experimente, ese vacío puede ser saciado a cabalidad por Jesús. Nuestros sentimientos de soledad jamás podrán compararse con todo lo que Él pasó. Él entiende lo que es sentirse solo, humillado, despreciado, abandonado, traicionado; y aún así, y siendo inocente, aceptó vivir esa agonía para el perdón de nuestros pecados y para darnos vida eterna; de tal manera que sus hijos puedan ser partícipes de sus promesas; "y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (mateo 28:20). Deléitate en la compañía de Dios, Él es fiel. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus veredas (Proverbios 3:6).