En el transcurso de la vida recibimos agravios y heridas, muchas veces de quienes menos esperamos. Estos eventos nos llevan a "vivir" en una discordia constante, guardando rencores y raíces de amargura. ¿Sabías que Jesús se entregó en una cruz por amor aún sabiendo que sería burlado, rechazado, señalado y herido de muerte?
"De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 16).
Dios nos ha perdonado por amor, un amor tan grande que no tiene comparación. Entonces, aunque tu herida sea profunda, decide perdonar. Sigue el ejemplo de Cristo aunque te resulte difícil. Comienza reconociendo que eres pecador y también hieres a otros. Permite que Dios te guíe. Comienza a amar, aún a los que te han herido. Obedece la Palabra de Dios. Experimenta la paz del perdón, aunque a veces sea necesario establecer distancias. Dios te bendiga.